Autora: Dra. Rina María Martínez Romero
Sección: Reflexiones y Visiones
La importancia de elaborar un Plan de Vida y Carrera en el bachillerato
Introducción
La necesidad imperante de adaptarse a un mundo cambiante, como lo es el del siglo XXI, demanda de las sociedades un alto sentido de pertinencia en todas las dimensiones que las conforman: cultural, económica, educativa, científica, humanística, tecnológica, artística, política, entre muchas otras.
Las denominadas sociedades del conocimiento exigen cambios en la forma de pensamiento y de organización de la vida de las personas. Esto supone transformaciones en los bienes, productos y servicios que estén encaminados a incidir de forma positiva en la calidad de vida de los individuos; se revalora el conocimiento (científico y tradicional) como la principal fuente de desarrollo y riqueza tanto económica como cultural y social de un país. Es decir, se considera actualmente que el progreso y la mejora de los países están basados fundamentalmente en la producción de los saberes, por ello los procesos de enseñanza y aprendizaje cobran mayor relevancia que su propia administración (Innerarity, 2001).
Para que tales transformaciones se lleven a cabo, aunado al conocimiento, existen otros factores claramente asociados a este, como: las Tecnologías de la Información y Comunicación, y del Aprendizaje (TIC y TAC), la conformación de redes de conocimiento, los estudios altamente especializados, las habilidades propias para el aprendizaje permanente, el desarrollo y la mejora de los sistemas educativos y, también, la implementación de modelos de innovación en todas la dimensiones sociales encaminados a la solución de problemas de alta demanda en una sociedad determinada (UNESCO, 2005; Ruiz, Martínez y Valladares, 2010).
Así, se busca que los sistemas y modelos educativos estén centrados en los procesos de aprendizaje del alumnado, para que sean capaces de aprender contenidos disciplinares, a la vez que desarrollen capacidades y valores propios de la autonomía cognitiva, afectiva y motivacional para aprender a lo largo de toda su vida. En este sentido, los procesos de elección de carrera, tanto académica como profesional, se convierten en mecanismos de progreso y de crecimiento personal y social, que determinarán en gran medida su bienestar físico y emocional, a partir de su adaptación biopsicosocial.
La alta exigencia globalizada para convertirse en la vida adulta en personas realizadas y productivas influye en la toma de decisiones académicas en todos los niveles escolares, la cual cobra particular interés en el bachillerato, pues coincide con el cierre de una etapa de formación básica y el tránsito a la vida adulta para elegir una profesión, a partir de los intereses vocacionales concretos de cada individuo.
En este sentido, la Orientación Educativa resulta de vital importancia por ser un proceso complejo, sistemático de guía y acompañamiento para ayudar al alumnado en su educación formal, con la finalidad de que opte por la mejor elección académica y profesional, según sus propias necesidades e intereses tanto personales como vocacionales que estarán enmarcados dentro de contextos familiares y sociales determinados.
La Orientación Vocacional, como parte fundamental de la Orientación Educativa, cumple entonces con los principios de prevención, desarrollo e intervención social para el diseño de una Plan de Vida y Carrera académica que fomente la conformación tanto de la identidad personal como vocacional de las personas, además de su capacidad de adaptabilidad académica, profesional y social, a partir del desarrollo de sus capacidades de metacognición y autorregulación para la toma de decisiones escolares, personales y profesionales (Molina, 2004; Sobrado, Fernández y Rodicio, 2012).
Por ello, es de cabal relevancia reconocer que todo centro educativo debe contar con un área específica para llevar a cabo las actividades de Orientación Educativa, pues su función principal se centra “en el acompañamiento y la guía en el complejo proceso de desarrollo de los individuos a lo largo de toda su trayectoria personal y profesional”. (Sobrado, Fernández y Rodicio, 2012, P. 19)
Partiendo de los fundamentos de las Orientación Educativa se podrán llevar a cabo las actividades propias de la Orientación Vocacional, mismas que requieren de especialistas en orientación que dominen un amplio repertorio de recursos, estrategias, métodos y técnicas que son propias de la orientación y que pueden ser empleadas de manera presencial o a distancia, para poner a disposición de cada alumno o alumna diferentes herramientas que les ayuden en el proceso decisivo de elección de un área de conocimiento disciplinar a la que dedicarán un gran número de años de su vida escolar y profesional; es decir, para que elaboren su Plan de Vida y Carrera.
El Plan de Vida y Carrera
Las acciones y estrategias de la Orientación Vocacional serán pertinentes a lo largo de la vida académica y profesional de los alumnos y las alumnas como mecanismos de acompañamiento en el proceso de elección de una carrera.
El diseño de un Plan de Vida y Carrera académica se basará, entonces, en una profunda reflexión personal que se hará de forma permanente y conjunta entre el alumno o la alumna y el orientador u orientadora. Cabe señalar que en ocasiones se le recomienda a un alumno o a una alumna que acuda en determinados momentos de su trayectoria escolar a un orientador u orientadora; no obstante, el desarrollo personal y profesional para la elección vocacional de una profesión requiere de apoyo y guías permanentes y no solo en momentos aislados de la vida escolar. A partir de lo anterior, cobra mayor sentido la pertinencia de la Orientación Vocacional en el ámbito escolar como la ayuda por excelencia para las personas de todas las edades en los diferentes momentos de su vida (OCDE, 2004) a fin de tomar decisiones concretas y solucionar problemas específicos, como lo es elegir una profesión.
De tal suerte, un Plan de Vida y Carrera puede realizarse en diferentes momentos críticos en la vida de una persona; en particular, la elección de una carrera que hace un adolescente en el bachillerato tiene como meta la toma de decisiones de forma planeada, sistemática y consensuada entre su vida personal –a partir de sus valores, creencias, capacidades, intereses y necesidades vocacionales– y, por supuesto, tomando en consideración a su entorno familiar y el contexto social en el que está inmerso.
El Plan de Vida y Carrera facilitará entonces que cada alumno o alumna logre construir, analizar y gestionar su propia trayectoria académica, profesional y personal para elegir estudiar una licenciatura en particular. Este constituirá, entonces, la extraordinaria oportunidad para cada adolescente de realizar una profunda reflexión acerca de sus anhelos, sus intereses, sus capacidades y sus áreas de oportunidad; es recomendable que se diseñe a partir de diferentes esferas o áreas de análisis, como se muestra en la figura 1 donde exponemos algunas de más utilizadas para elaborarlo (Flores, Vargas y Domínguez, 2014; Castañeda, 2001)
Figura 1. Esferas de un Plan de Vida y Carrera (Elaboración propia).
Es recomendable que el Plan de Vida y Carrera académica se centre en los principales aspectos que le permitan al alumno o a la alumna analizar sus prioridades inmediatas, a corto y a largo plazo, para que pueda elegir una carrera profesional de la forma más pertinente a sus necesidades, aptitudes, actitudes e intereses.
Cada alumno, junto con un orientador u orientadora vocacional, llevarán a cabo una exhaustiva tarea de reflexión acerca de lo que varios autores han denominado su identidad vocacional, su adaptabilidad profesional y su autoeficacia para la toma de decisiones profesionales (Cardoso, Duarte, Pacheco y Janeiro, 2022; Savickas, 2011).
Dicha reflexión puede iniciarse, por ejemplo, tomando como eje rector la autobiografía. En este sentido, el proceso de desarrollo vocacional constituirá un elemento central tanto para la conformación de la identidad de los alumnos y las alumnas, así como para la organización necesaria para poder proyectar y visualizar su YO en diferentes roles sociales (Savickas, 2011; Byrd, Storlie, Albritton y Cureton, 2022) hasta elegir uno, el que consideren más adecuado para sí mismos.
Esto es, considerando la identidad vocacional (que comprende la “posesión de una imagen clara y estable de las propias metas, intereses, personalidad y talentos” (Holland, Daiger y Power, 1980, p.1), la adaptabilidad profesional –que incluye diversas dimensiones personales, tales como las capacidades de control, curiosidad y confianza– y la autoeficacia para la toma de decisiones profesionales –que abarca creencias en la capacidad personal para tomar decisiones: la autoevaluación precisa y certera, la recopilación de información ocupacional y profesional, la selección adecuada de objetivos o la elaboración de planes concretos para el futuro–, el alumno o la alumna logrará la denominada certeza vocacional, que constituye un alto grado de certidumbre de haber realizado una elección vocacional adecuada (Cardoso, Duarte, Pacheco y Janeiro, 2022).
En consecuencia, el Plan de Vida y Carrera representa, entonces, una síntesis de la vida de cada persona que, desde una óptica psicológica, organiza y ordena sus prioridades para poder solucionar un problema específico: tomar una decisión vocacional. De esta forma, la conformación y el desarrollo de su identidad vocacional, su adaptabilidad profesional y la autoeficacia que muestre en su vida académica y profesional, se verán influenciadas de manera continua y permanente a lo largo de su toda trayectoria, pues habrá tomado decisiones de manera informada y con el acompañamiento y asesoramiento integral de un profesional: el orientador vocacional.
Habilidades para la vida y la carrera en el Siglo XXI
Cabe enfatizar que la identidad vocacional será en un futuro la identidad profesional y ocupacional de una persona. Por ese motivo es indispensable que cada joven en el bachillerato elabore su Plan de Vida y Carrera, pues existen autores que destacan la importancia de este como un momento crítico de la vida personal y escolar, y señalan que las demandas actuales y futuras de los profesionistas exigen, como se mencionó anteriormente, que el alumnado además de adquirir conocimientos disciplinares cuente con un alto dominio de una gran variedad de factores asociados al desarrollo de habilidades para la vida y la carrera en el marco del Siglo XXI. (Chaiyama y Kaewpila, 2022)
Los factores de las habilidades para la vida y la carrera en el Siglo XXI |
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Estas habilidades comprenden desde capacidades cognitivas para aprender hasta aspectos afectivos (como los sentimientos y las emociones). También incluyen a la flexibilidad cognitiva y la capacidad de resiliencia para adaptarse a diferentes situaciones. |
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Son las capacidades para relacionarse social o interculturalmente, en las que debe prevalecer el respeto, la empatía, la pluralidad y la inclusión social. Son, además, las capacidades para comunicarse de forma efectiva tanto oral como escrita. |
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Son aquellas habilidades que se orientan a la autonomía cognitiva; es decir, la capacidad de establecer hábitos y rutas de acción de manera ordenada y sistemática. Comprenden la capacidad de liderazgo mediante el establecimiento de metas concretas. |
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Son aquellas capacidades que se refieren al uso y dominio de las tecnologías tanto para buscar como para comunicar la información y el conocimiento. Comprenden el uso y dominio de los diferentes medios y recursos tecnológicos. |
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Estas habilidades se orientan a la generación y gestión del conocimiento mediante proyectos. Suponen las capacidades para representar e interpretar un problema y para solucionarlo mediante la realización de proyectos específicos, tomando en cuenta aspectos normativos, jurídicos, legales y de sustentabilidad. |
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Son aquellas capacidades cognitivas que incluyen diferentes tipos de pensamiento: crítico (capacidad reflexiva), analítico (capacidad de discernimiento) y creativo (capacidad propositiva de alternativas diversas), todos orientados a la solución de problemas concretos en contextos específicos. |
Tabla 1. Los factores de las habilidades para la vida y la carrera en el Siglo XXI. Tomado de Chaiyama y Kaewpila, 2022. Traducción y adaptación propia.
Como puede observarse, el Plan de Vida y Carrera se conforma a través de una amplia variedad de factores, por lo que resultan evidentes las ventajas de elaborar un Plan de Vida y Carrera académica junto con la guía de un orientador u orientadora vocacional, pues cada alumno contará con el seguimiento y el acompañamiento respectivo e individualizado para analizar y valorar sus capacidades, a partir de sus logros y sopesando en todo momento su propio desarrollo personal, académico y profesional. De tal suerte, siempre tendrá la opción de reorientar su plan.
Este proceso, al ser sistemático y permanente, facilitará al alumno la identificación tanto de sus fortalezas como de sus áreas de oportunidad para mejorar partiendo de metas específicas en cada una de las esferas y de las habilidades para la vida y la carrera que haya elegido para diseñar y elaborar su propio plan.
Con base en lo anterior, la elección de carrera se realizará de forma pertinente, fundamentada, certera y lo más cercana a sus conocimientos y capacidades cuando el alumno y la alumna hayan elaborado su plan luego de un proceso de reflexión profunda, empática, respetuosa y, sobre todo, honesta.
El proyecto personal, como lo es el Plan de Vida y Carrera académica, y que involucra un análisis sobre las aptitudes, las habilidades, los valores e intereses vocacionales y personales, constituye un esfuerzo continuo por parte de cada alumno, lo que supone meses (a veces años); se trata de un trabajo permanente.
Cabe señalar que, entre las desventajas que se pueden vislumbrar cuando se carece de un Plan de Vida y Carrera o cuando se elabora uno de forma inadecuada, el resultado puede ser que este documento se haya elaborado de forma precipitada o deshonesta, o que tal vez se vea influenciado por alteraciones de la autoestima y del autoconcepto del alumnado, pues al no tener claridad en sus metas o carecer de ellas, las valoraciones sobre sus propios esfuerzos pueden ser no reconocidos o, incluso, mal interpretados. Es decir, los alumnos podrían tener una imagen distorsionada de sí mismos o carecerían de elementos para desarrollar una visión de futuro para llevar a cabo una proyección de sí mismos y de su capacidades académicas, personales o profesionales.
Finalmente, destacamos algunos puntos de reflexión en torno a la importancia y las ventajas de elaborar un Plan de Vida y Carrera académica en el bachillerato.
Cuando un alumno lo elabora, esto le permite tener un panorama amplio tanto en el ámbito personal como en el académico, lo que le llevará a tener mayores posibilidades de elegir una licenciatura lo más acertada posible a su propias necesidades e intereses vocacionales.
En el bachillerato –particularmente– la adolescencia resulta un momento crítico en la vida, por lo que elaborar un plan puede ser de gran utilidad para la toma de decisiones, presentes y futuras, de un alumno o alumna en torno a la elección de su carrera en un área específica del conocimiento.
Como se mencionó al inicio del artículo, las demandas, para este siglo, en la formación académica de los alumnos exigen el aprendizaje altamente especializado sobre dominios y áreas específicas de conocimiento y, a su vez, se requiere del desarrollo de habilidades para el aprendizaje permanente y sostenido durante toda la vida, así como del ejercicio de habilidades para la vida y la carrera.
Esta combinación, que integra el conocimiento disciplinario y las habilidades, también comprende actitudes, valores y procesos motivacionales relacionados con la capacidad y el interés por aprender, tomar decisiones y resolver problemas. Todos estos elementos se podrán plasmar en un Plan de Vida y Carrera académica para la elección asertiva y estratégica de una licenciatura en concreto.
La búsqueda sistemática de la vocación de una persona, mediante la elaboración de un Plan de Vida y Carrera, implica una reflexión creativa, reflexiva y analítica, para poder discernir entre muchas variables que influyen en esta búsqueda. Es por lo que la ayuda de un especialista que facilite su elaboración –el orientador o la orientadora vocacional– resulta decisiva.
El acompañamiento y la guía de un orientador u orientadora le permitirá a cada alumno diseñar y elaborar su Plan de Vida y Carrera académica para relacionar el conocimiento que posee de sí mismo con el contexto o los contextos educativos y profesionales posibles. Es decir, este plan constituirá una ruta de vida que estará encaminada a la toma de decisiones para la solución de problemas concretos y una forma de hacerlo es personalizarlo, tomando en cuenta las habilidades de vida y carrera que posee cada alumno o alumna (Chaiyama y Kaewpila, 2022).
Es recomendable que esta orientación especializada no solo se centre en la perspectiva académica, puede, incluso, considerar aspectos futuros como los estudios de posgrado o la posible vida laboral, dependiendo de la elección de carrera que haga el alumno.
Es indiscutible que todas las oportunidades de formación deben empatarse con las necesidades e intereses de cada alumno o alumna, pues resultaría imposible unificar la formación académica en todos los casos.
Resulta indispensable que cada orientador vocacional promueva valores de igualdad, pluralidad, inclusión y justicia social entre los géneros para que la formación académica y profesional cumpla con la responsabilidad social que se demanda de las instituciones educativas para el Siglo XXI. Cabe destacar que el propio Plan de Vida y Carrera académica le permitirá al orientador promover el desarrollo de habilidades que el alumno o alumna no posee o, en su caso, mejorar y perfeccionar las que sí. Esto se traducirá en un crecimiento personal e integral de cada persona.
Es importante destacar algunas ventajas que supone para los orientadores vocacionales la elaboración de un Plan de Vida y Carrera académica, el cual les proporciona herramientas cognitivas a los alumnos para el autoconocimiento, a la vez que los guía en el desarrollo de capacidades estratégicas para la toma de decisiones y la solución de problemas.
Esto supone enriquecer el repertorio individual de cada alumno y alumna en cuanto a sus capacidades de asertividad y de pensamiento metacognitivo y autorregulatorio para que puedan solucionar un problema decisivo en su vida: elegir su vocación tanto académica como profesional.
La orientación educativa cumplirá entonces con su objetivo central: guiar y acompañar a los alumnos para que mejoren y optimicen sus procesos de aprendizaje y rendimiento escolar y, particularmente, desde la orientación vocacional para que puedan elegir de manera asertiva su profesión.
En suma, las sociedades del conocimiento cada vez más interconectadas mediante el uso de las tecnologías demandan un cambio de paradigmas en los roles de los participantes en el proceso educativo (UNESCO, 2005).
Los orientadores vocacionales –dentro de este contexto– serán facilitadores y acompañantes que brindarán y proporcionarán las herramientas necesarias para que cada alumno elabore su Plan de Vida y Carrera; por parte del alumnado se espera una actuación proactiva, creativa, reflexiva y honesta para que plasmen por escrito –con la ayuda de otros recursos visuales, simbólicos, fotográficos, sonoros, entre muchos otros– su hoja de vida que determinará, en gran medida, su toma de decisiones de manera asertiva, resiliente y estratégica en momentos críticos de su vida académica y personal, conciliando siempre su Plan de Vida y Carrera con otros contextos que influyen en su vida: familiar, educativo, social, cultural, político, económico y laboral, fundamentalmente.