TEMAS INVITADOS

Orientación educativa: Hablemos de masculinidades

Lic. Gil Christian Hernández Morales 1

Resumen

Históricamente, las mujeres han sido colocadas en un rol social que las ha dejado en desventaja y al servicio de los hombres dedicándose principalmente al cuidado y a la crianza de las infancias, haciéndolas responsables de las labores del hogar, hechos que las dejan con menores posibilidades de participación en otros espacios de la sociedad.

Por fortuna esto ha ido cambiando, pero ha sido gracias al impulso de los movimientos feministas de finales del siglo XVIII hasta nuestros días (Sánchez, 2020). Y de manera desafortunada los hombres, quienes usualmente somos los generadores de la violencia, hemos estado al margen y pasivos al momento de combatir las desigualdades entre las personas, esto puede deberse en gran medida a que los hombres no vivimos y no sufrimos estas desigualdades, lo que ha hecho que seamos insensibles o en ocasiones minimicemos nuestras prácticas machistas.

Por ello, en este texto se presenta la importancia de visibilizar y realizar un trabajo con hombres y sobre cómo ejercemos nuestra masculinidad dentro y fuera de la universidad, ya que la orientación educativa puede ser utilizada como medio para ayudar a disminuir la violencia en contra de las mujeres y los grupos minoritarios.

El trabajo desde la orientación puede ser entorno a la prevención, en el que se atiendan los malestares de los hombres desde la adolescencia para evitar que se conviertan en futuros generadores de violencia, de esta manera la finalidad es que obtengan una formación integral tanto en lo personal como en lo académico desde que ingresan a la universidad.


Palabras clave: Violencia, Masculinidades y Orientación educativa

Key Words: Violence, masculinities, educational guidance and counselling


Introducción


Desde la década de los años ochenta la lucha feminista en la UNAM ha sido constante por parte de la comunidad universitaria (Coordinación para la Igualdad de Género en la UNAM [CIGU], 2022) conformada principalmente por estudiantes, así como por mujeres académicas con cargos administrativos quienes han sido parte fundamental para visibilizar las problemáticas que no solo están presentes en la universidad; es decir, estamos hablando de la violencia y del abuso de los hombres en contra de las mujeres en todas sus formas.

Después de varias décadas, en octubre de 2019, luego del hartazgo y el cansancio que ha ocasionado el abuso de poder hacia las mujeres, en la UNAM se presentaron diversas manifestaciones que buscaban denunciar las violencias y exigir soluciones ante tales actos.

Unos meses más tarde y en medio de las demandas por parte de colectivas feministas se creó en marzo de 2020 la Coordinación para la Igualdad de Género en la UNAM (CIGU), cuya principal misión es establecer soluciones para frenar las violencias en contra de las mujeres y de los grupos minoritarios, principalmente de la comunidad LGBTTTIQ+.

De esta manera, el objetivo de la CIGU es coordinar y entrelazar diferentes proyectos que den respuesta a las problemáticas que están presentes día con día en la universidad, y esto enfocado a erradicar todos los tipos de violencia para lograr una convivencia sana entre la comunidad.

Es por lo que desde la CIGU se trabaja en diferentes ejes que atienden las necesidades de la comunidad en cuanto al tema y uno de ellos es el trabajo con hombres dentro de la UNAM. Este programa busca promover una reflexión crítica sobre los mandatos culturales de la masculinidad que ayuden a la transformación de los hombres para reconocer y eliminar la discriminación, la desigualdad y la violencia de género en la UNAM (CIGU, 2022).

Durante mucho tiempo los movimientos feministas han abordado y denunciado las problemáticas sobre violencias, abusos y desigualdades, y desafortunadamente aquellos que las causan son los que menos se hacen responsables; parafraseando a Rita Segato: “la violencia es un problema de los hombres, no de las mujeres, pero termina lacerándolas a ellas”; por ello la importancia del trabajo con las personas generadoras de violencia, los hombres.

Lo anterior es un problema grave pues, de acuerdo con datos de la Abogacía General de la UNAM, de 2018 a 2019, el 99.3% de las denuncias por violencia provienen de mujeres, mientras que los agresores fueron principalmente hombres (94.5%) (CIGU, 2022); con ello se destaca la importancia de que los hombres trabajen sobre su propia masculinidad y la manera de ejercerla debido a que son ellos quienes necesitan hacerse responsables de sus actos y eliminar hechos de violencia que incluso también los lastiman.

Para disminuir o erradicar la violencia en la universidad se necesita un trabajo conjunto, donde la orientación educativa también juega un papel importante, ya que uno de sus objetivos es lograr que el estudiantado tenga una formación integral que propicie su desarrollo personal, académico y profesional para lograr un beneficio social en el futuro; por ello, uno de los frentes en la lucha contra la violencia de género es mediante el trabajo con hombres y sobre cómo expresan su masculinidad.

La orientación educativa y las masculinidades


En la orientación educativa se trabaja desde diversos enfoques con el propósito de ayudar y acompañar al alumnado durante su tránsito por la educación formal. El campo de la orientación, principalmente, se dedica a la elección vocacional y profesional, así como al desempeño académico, pero también a la formación integral del estudiantado en el nivel individual y grupal; por ello, la orientación permite incorporar los estudios de género para promover la reflexión y el diálogo para lograr la igualdad y la inclusión entre las personas (Pérez, 2015), de esta manera se contribuye a minimizar, y en el futuro, erradicar la violencia en los diferentes espacios educativos.

En dichos estudios de género −sobre los hombres y las masculinidades− se menciona que los hombres somos sujetos de cambio y que la masculinidad, al igual que lo femenino, es una construcción social; es decir, que las prácticas, las identidades y el cómo nos relacionamos son parte de un discurso que ha dominado por siglos a través de diversas culturas (Núñez, 2016).

Es conveniente resaltar que los estudios sobre los hombres y las masculinidades tienen origen en los movimientos feministas, pero también fue gracias a los movimientos sociales propiciados por las comunidades LGBTTTIQ+, esto bajo la premisa de que no todos los hombres son masculinos; por ello, Núñez (2016) propone que se aborde el tema como “estudios de género de los hombres y las masculinidades”, de esta manera se puede observar a la masculinidad en todas sus formas y expresiones sin segregar a la diversidad de personas.

Lo que es un hecho es que lo masculino y el ser hombre es una construcción social que se encuentra basada en la exigencia, en la expectativa centrada en la expresión exaltada de la virilidad, donde se nos permite expresarnos mediante la violencia ante el dolor y la frustración; nos encontramos en un rol que representa poder y control sobre sí y sobre otras personas, principalmente las mujeres.

Desafortunadamente, los hombres en México hemos vivido en una cultura patriarcal que nos exige y lastima y que, ante situaciones adversas, no tenemos permitido mostrar debilidad porque seríamos tomados como “poco hombre”, cualquiera que fuese el significado de esa frase.

La interacción entre los hombres está sujeta a respetar y no romper con “el pacto patriarcal”, ese pacto donde los hombres son quienes mandan y quienes ponen las reglas en beneficio propio, y si alguno lo llega a romper, el costo es la segregación por parte de otros hombres, ya que desde ese punto de vista “no eres suficientemente hombre”.

Con esta ideología no se han obtenido grandes beneficios; al contrario, se ha llegado a la desigualdad y al rechazo social, aunque es necesario precisar que este pensamiento patriarcal obedece al modelo económico capitalista y desde ese punto es conveniente replantear si es posible lograr un cambio manteniendo este mismo modelo o es necesario construir uno donde todas las personas tengan las mismas posibilidades de desarrollo y crecimiento.

Hacia un trabajo conjunto en la universidad


El trabajo con hombres y con sus masculinidades implica romper con ese pacto patriarcal y con las exigencias sociales, es una opción que trata de resignificar nuestra existencia y nuestro sentido, nuestra historia al evaluar lo que es más importante para nosotros.

En la universidad han ocurrido hechos que violentan a las mujeres y a grupos minoritarios, y la mayoría han sido causados por hombres que no han tenido un apoyo para expresar de manera asertiva sus emociones lo que ha resultado en hechos de violencia, por ejemplo, de 2018 a 2019 se reportaron 436 denuncias en este sentido que sumaron 1,486 quejas de esa naturaleza de 2016 a 2019 (CIGU, 2022).

Por ello la importancia de abordar el trabajo con hombres y las masculinidades desde la orientación educativa; para lograrlo es necesario realizar un trabajo conjunto que contemple diseñar e implementar estrategias que apoyen a los jóvenes de nivel medio superior y superior en la expresión de una masculinidad asertiva y sin violencia.

Lo anterior puede alcanzarse mediante círculos de reflexión y grupos conformados por hombres en los que se invite al diálogo y a la expresión de sus malestares personales, familiares, académicos y laborales, esto funcionará para prevenir la violencia en todas sus formas, desde los machismos cotidianos hasta las conductas violentas físicas y verbales, ya que en su mayoría los hombres no se asumen como violentos porque no saben que lo son y estos espacios invitarían a la revaloración de nuestras conductas.

Para conseguir esto tanto el estudiantado, como el personal académico y administrativo deben estar involucrados en la modificación de conductas que violenten y atenten contra la integridad física o emocional de las personas.

Finalmente, es buen momento para que la orientación educativa refuerce y apoye la labor que la Coordinación para la Igualdad de Género está proponiendo a partir de la prevención de la violencia mediante el trabajo con hombres, además de la visibilización y sensibilización hacia la comunidad estudiantil acerca de las problemáticas presentes en nuestra universidad. A pesar de que se ve una tarea complicada y a largo plazo, siempre es un buen momento para comenzar.