TEMAS INVITADOS

Impactos en la salud mental de los jóvenes como consecuencia de la pandemia

Mtra. María Alejandra Ortigoza López 1

Resumen

La vida universitaria implica una serie de desafíos para los estudiantes en sí misma. El contexto generado a raíz de la pandemia por la COVID-19 provocó la necesidad de hacer adaptaciones drásticas en las modalidades tanto de enseñanza como de aprendizaje, impactando en la salud mental. Es necesario incorporar mecanismos de afrontamiento y fortalecer la promoción de programas institucionales que favorezcan la calidad de vida de los estudiantes.

Palabras clave: salud mental, vida universitaria, estrés, afrontamiento, bienestar.

Key words: Mental health, college life, stress, front facing, wellness

Introducción

La vida universitaria puede proporcionar elementos que fortalezcan la salud mental a través de la promoción de actividades recreativas y deportivas, el fomento a la colaboración a través del trabajo en equipo y grupos de interés común. Sin embargo, las demandas cotidianas propias del ejercicio de estudio, las presiones de tiempo o saturación de entregas, las evaluaciones y actividades pueden ser factores desencadenantes de trastornos emocionales que llegan a impactar en la salud mental.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2018), la salud mental se define como un estado de bienestar en el que la persona está consciente de las capacidades con las que cuenta, posee lo necesario para afrontar el estrés y las tensiones de la vida cotidiana, es funcional y productiva contribuyendo a su comunidad.

Las demandas habituales propias del ejercicio de estudio, presiones de tiempo o saturación de entregas, evaluaciones y actividades pueden ser factores en los que se requiere utilizar mecanismos de afrontamiento.

Los estudiantes universitarios presentan mayor riesgo de tomar decisiones poco acertadas que pueden afectar su rendimiento, así mismo, son propensos a presentar trastornos emocionales y conductas destructivas que desencadenan cuadros de estrés, ansiedad y depresión a consecuencia de decisiones poco acertadas. Demandas académicas, proximidad a la adolescencia, relaciones sentimentales y bajo poder adquisitivo al no procesar de manera adecuada el estrés generan secuelas como falta de motivación, problemas socioafectivos y dificultad para dormir, lo que afecta su calidad de vida y capacidad de aprendizaje, que son cruciales para un rendimiento óptimo (Bonilla, Chávez-Flores, Noriega, 2021).

Aunado al contexto propio del confinamiento y la readaptación a consecuencia de la pandemia por la COVID-19 se han producido cambios importantes en los hábitos y las rutinas que han causado estragos en la salud mental de la población; se ha acelerado el desarrollo de las aulas virtuales para los sistemas escolarizados propiciando el uso saturado de tecnologías de la información y plataformas educativas, así como problemas emocionales y sociales que persisten. Si bien esta modalidad de educación virtual ya existía, implicó un desafío considerable tanto para alumnos como para el personal académico, siendo un recurso para mantener los programas de educación ante la emergencia.

Discusión

Tan solo migrar de metodologías tradicionales a plataformas virtuales significó un riesgo en la entrega del contenido académico. Debido a que en la enseñanza superior se requiere implementar enfoques didácticos que impulsen las habilidades metacognitivas y de aprendizaje, trasladarla a esta modalidad implica la ejecución de la enseñanza superior a distancia, así como depender de las habilidades del docente y considerar pérdidas en prácticas y experimentación que demandan determinadas áreas de estudio.

Ante ello, tanto alumnos como docentes tuvieron que adaptarse drásticamente, la salud se vio amenazada y hubo posibles duelos a los que se sumaron factores percibidos como estresantes.

El estrés suele ser un desencadenante de las problemáticas subsecuentes; este se da cuando la persona realiza una evaluación cognitiva de la relación entre las exigencias de su medio externo con sus demandas personales y la capacidad que tiene para manejar, mitigar o alterar dichas demandas para favorecer su bienestar. Por tanto, si se llegan a presentar altos grados de estrés a raíz de las exigencias académicas y la interpretación de peligro ante la incertidumbre a causa de la pandemia por la COVID-19, los estudiantes se encuentran en una situación que puede afectar negativamente su rendimiento académico (Cevallos, 2022).

La educación en línea fungió como único medio durante el periodo de la pandemia por coronavirus y rápidamente ha adquirido fuerza como opción para interactuar y hacer accesible a los estudiantes el acercamiento a la enseñanza.

Sin embargo, migrar la dinámica de la clase presencial a clases virtuales genera un agotamiento mental traducido en desmotivación hacia el aprendizaje.

En una encuesta realizada a inicios de la pandemia se encontró que el 75% de estudiantes encuestados, de una población de 1,300 participantes, consideraron no haber recibido una experiencia de calidad en el aprendizaje; mientras que en otra encuesta de 14,000 estudiantes el 67% percibía que las clases en línea no eran efectivas (Niche, 2020).

Esta adaptación requirió de la generación de nuevas competencias en docentes para integrar metodologías disruptivas que brindaran un resultado óptimo en el aprendizaje; aun cuando existen varias herramientas digitales para facilitarlo, la velocidad de adaptación y la falta de capacitación del personal docente hizo que los estudiantes no percibieran haber recibido una experiencia de aprendizaje de calidad. Es necesaria la capacitación para la actualización constante del docente en el uso de herramientas tecnológicas disruptivas. Estas suelen ser un gran apoyo que favorece un rol activo del estudiante fomentando la interacción y el aprendizaje colaborativo entre estudiantes y profesores, la implementación de actividades prácticas tales como debates, resolución de problemas, estudios de caso, gamificación con aplicativos en línea favorecieron la interacción (Zambrano W, 2022).

Es primordial que se refuercen la capacitación y los programas de afrontamiento y contención emocional en las universidades, promoviendo la educación en habilidades socioemocionales y estilos de vida saludable para el desarrollo de estrategias personales que ayuden al estudiante a sobrellevar y trascender los retos y obstáculos que se presentan tanto en la vida universitaria como en su rol futuro.

Dentro de las prácticas que pueden impulsarla se recomienda incorporar programas de entrenamiento en mindfulness o Atención Plena, la cual consiste en prestar atención plena al cuerpo: respiración, emociones y conducta. Es una estrategia que se utiliza para la disminución del estrés, del dolor, de la ansiedad y la depresión que cuenta con varias evidencias clínicas de éxito, aunque existen resultados contradictorios sobre los beneficios del mindfulness en el ámbito universitario (Oblitas Guadalupe, Soto Vásquez, Anicama Gómez & Arana Sánchez, 2019). En el departamento de Ecología Humana de la Facultad de Psicología se promueven actividades en torno a las prácticas antes mencionadas.

Así mismo, se ha encontrado una relación entre la actividad física y la salud mental, ya que se asocia a menores niveles de depresión y ansiedad en universitarios. Por lo tanto, se sugiere practicar actividad física para lidiar con emociones negativas para mitigar los efectos estresantes del entorno; se ha concluido que realizar actividad física disminuye el riesgo de padecer enfermedades mentales en un 41% en comparación con las personas inactivas (Rico, Rivas, González, Villanueva, et. al, 2021). Las instituciones universitarias se caracterizan por realizar una importante promoción al deporte y al arte en movimiento que se debe continuar fortaleciendo en los alumnos.

También se ha encontrado evidencia de que la calidad de la dieta se asocia significativamente al aumento en niveles de ansiedad, estrés o depresión. Por tanto, se sugiere que en las intervenciones a favor del bienestar de los universitarios se incluyan contenidos dirigidos a mantener una alimentación saludable beneficiando así la salud mental. (Ramón-Arbués et al., 2019)

Así mismo, el apoyo social percibido por los universitarios de parte de su familia y amigos también es un factor primordial que favorecerá su salud mental, pues se han encontrado correlaciones significativas que ejercen una influencia importante que promueve su bienestar e impactan en dimensiones como la satisfacción con la vida y con uno mismo, así como el bienestar cognitivo-emocional (Barrera M. & Flores M., 2020). La búsqueda de círculos sociales que beneficien este factor funcionará como un mecanismo óptimo de afrontamiento para el estrés.

Conclusiones

El sector de la población universitaria es vulnerable a padecer trastornos que afectan la salud mental ante las demandas que la propia actividad asociada conlleva, por ello es relevante incorporar, tanto de manera personal como institucional, el entrenamiento en hábitos que favorezcan mecanismos de afrontamiento óptimos como son las prácticas de atención plena, la actividad física, la alimentación saludable y la generación de redes de apoyo y considerar aspectos que abarcan diferentes esferas de la vida para que a su vez se impulse la capacidad de aprendizaje al mantener la propia calidad de vida.

Así mismo, para la migración del aprendizaje en condiciones de emergencia deben de considerarse las interrupciones que pudieron haber hecho estudiantes y docentes a causa de prioridades personales ante la emergencia sanitaria. Por lo tanto, la educación en línea en dicho contexto puede ser un desencadenante más de estrés ante la emergencia en sí misma y no debe ser considerada igual que la educación tradicional, por lo que ante dicha situación se deben fomentar clases asíncronas y flexibilizar entregas (Abreu, 2022).

Adicionalmente, se recomienda fomentar iniciativas que impulsen factores de protección de la salud mental en las diferentes áreas que la impactan. Es necesario promover y evaluar programas institucionales dentro de las universidades que provean de información sustentada para replicar intervenciones que proporcionen evidencia de éxito ante el impulso al bienestar estudiantil.

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