REFLEXIONES Y VISIONES

Impactos en la salud mental de los jóvenes como consecuencia de la pandemia

Lic. Lorenzo Rossi Hernández 1

El Programa de Servicio Social y Voluntariado Universitarios por la Educación de Jóvenes y Adultos existe desde hace nueve años en la Dirección General de Orientación y Atención Educativa (DGOAE), dependiente de la Secretaría General de la Universidad Nacional Autónoma de México y en él son aceptados alumnos para que realicen Servicio Social, prácticas profesionales y voluntariado universitario (DGOAE, 2022).


Antecedentes


El programa se creó en 2013 para atender la alfabetización de familiares del alumnado de nuevo ingreso tanto de bachillerato como de licenciatura.

Su antecedente inmediato fueron los programas de alfabetización que se llevaron a cabo en diferentes estados del país en los ámbitos rurales y urbanos desde 2008, tales como: Chiapas, Veracruz, Estado de México, Guerrero, Puebla y Tlaxcala.

El objetivo del programa es contribuir a la formación integral del estudiante universitario mediante la participación y puesta en práctica de sus capacidades en la solución de los problemas y las necesidades del país, a través de actividades que fortalezcan su conciencia ética, moral, humanista y de retribución a la sociedad, a la vez que desarrolle habilidades y estrategias que faciliten su incorporación al mercado laboral.

Es un programa que atiende una problemática nacional: el rezago en la educación básica en población mayor de 15 años. Las cifras oficiales no son confiables, ya que en un cálculo aproximado se podrían contabilizar cerca de 8 millones de analfabetas, 14 millones en primaria y cerca de 20 en secundaria, del total de estas cifras más del 60% son mujeres.

El programa desde luego no espera abatir estas abrumadoras cifras; sin embargo, atiende a la conciencia del alumnado y los invita a la sensibilización y participación con un compromiso social.

En 2013 se instaló en la DGOAE la Plaza Comunitaria del Instituto Nacional para la Educación de Adultos (INEA), en la cual se otorgan asesorías, se evalúa y se acredita a educandos mayores de 15 años en cuatro de los cinco niveles que se manejan en este modelo de educación básica abierta: alfabetización para hispanohablantes, primaria, secundaria y un programa de atención en nivel primaria a la población cuya edad se encuentra entre los 10 y los 14 años. A este se le conoce como Modelo de Educación para la Vida y el Trabajo (MEVyT).

El MEVyT es una instancia educativa paralela al sistema escolarizado de educación básica en primaria y secundaria que ofrece la Secretaría de Educación Pública (SEP), el cual se imparte por módulos que son evaluados y acreditados para cada uno de los procesos de alfabetización en primaria y secundaria.

Atendiendo las necesidades específicas del alumnado universitario, en 2015 el programa se abrió a las modalidades del Sistema de Universidad Abierta y Educación a Distancia, SUAyED y se caracteriza porque se trata de un proceso de educación abierta que puede ser tanto presencial como a distancia, según cada uno de los contextos de las personas asesoras y de los educandos.

En la Plaza Comunitaria de la DGOAE nos dimos a la tarea de hacer crecer la oferta de las opciones educativas para las personas que nos visitan, de tal manera que las y los alumnos universitarios puedan asesorar, y atender educandos en todos los niveles educativos.

De tal manera, se plantea que el alumnado universitario pueda preparar sus asesorías, presenciales o a distancia, y tenga una retroalimentación para atender los contextos inmediatos del alumno mismo y de sus educandos; se busca respetar en lo posible la normatividad del programa que considera 20 horas semanales.

El asesor universitario diseña su propio programa de trabajo, selecciona a sus educandos, así como su nivel educativo.

En el programa se atienden las necesidades académicas de evaluación y de acreditación de cada uno de los educandos. El esquema de trabajo continúa siendo simple y aspira ofrecerles la mejor calidad en la atención de parte de los prestadores del Servicio Social, de prácticas profesionales y de voluntariado, así como acompañamiento en los procesos educativos desde la primaria hasta la licenciatura, independientemente del sistema educativo en el que se encuentren los educandos.

Tiene una duración de seis meses o su equivalente en 480 horas; al alumno se le da una serie de pláticas sobre la naturaleza del programa y sus actividades. Convertirse en asesora o asesor es serlo de “alguien” que pronto tendrá nombre, rostro y una historia particular, una mujer o un hombre que compartirá parte de sus experiencias de vida, de su tiempo; a partir de esto se crea empatía y un vínculo emocional, fruto de la relación de los procesos de enseñanza y de aprendizaje. Este proceso es mutuo, ya que el asesor aprende experiencias de vida que difieren de su realidad y cotidianidad. Es una relación que se convierte en un aprende-aprende.

A los asesores se les proporciona información sobre los contextos e indicadores educacionales oficiales del país y de la Ciudad de México, lo que significan en términos de desarrollo para el país, la trascendencia de tener un amplio sector de la población económicamente activa en lo que el gobierno llama rezago educativo y cómo esto influye en el devenir de una comunidad, de una población, de una ciudad o del propio país.

El alumno aprende no solo a manejar textos de los diferentes niveles de la educación básica, sino también a utilizar todos los recursos didácticos a su alcance y dentro de sus posibilidades con el fin de aplicar los conocimientos adquiridos a lo largo de su trayectoria académica, en donde la imaginación es su límite. Aprende a desarrollar lo que los pedagogos llaman habilidades blandas tales como: trabajo en equipo, liderazgo, motivación, influencia, negociación, comunicación, toma de decisiones. Desde luego pueden añadirse muchas más que el sentido común y práctico nos diga: solidaridad, paciencia, empatía, tolerancia y valores en general.

La adquisición de estas habilidades es importante no solo para el desarrollo de sus asesorías en el programa, sino para su próxima vida laboral, ya que partimos del supuesto de que el alumno convivirá con personas de otros perfiles académicos y profesionales y estas habilidades que favorecen la convivencia laboral le serán útiles (EDUCREA, 2022).

Como parte del programa, el alumno cuenta con un acompañamiento permanente en cada una de sus asesorías, de tal forma que la capacitación es continua.

En la Plaza Comunitaria de la DGOAE la atención educativa que se da no es grupal, sino uno a uno; es decir, un educando y un asesor. La modalidad 1-1 en el proceso de enseñanza y de aprendizaje presupone un contacto más directo entre el universitario y su educando. Se procura, en la medida de lo posible, que los educandos que cursan los mismos niveles o módulos compartan experiencias y, eventualmente, se brindan asesorías compartidas.

La mayoría de los educandos se acercan al programa por recomendaciones o porque han visto algún tipo de anuncio; han superado algunos obstáculos y prejuicios, por ejemplo, ir a la universidad a aprender a leer y a escribir, iniciar la primaria o la secundaria, o bien terminar la educación básica. Al llegar, los educandos necesitan un ambiente acogedor y un asesor personal que les brinde toda la confianza y les ofrezca el respeto y la comprensión para que, en estas condiciones, inicie un proceso de continuidad educativa.

El siguiente paso es muy importante porque incide directamente en la autoestima de los educandos, y es tener una actitud y un lenguaje propositivo, y dejar de hablar de rezago educativo en educandos de educación básica mayores de 15 años por todas las connotaciones negativas y peyorativas que esto conlleva. Algunas de ellas son: carga social, grupo de población fuera de la supuesta normalidad educativa, grupo que se estigmatiza y está al margen de la sociedad; es decir, que no pertenece al sistema escolarizado y, sobre todo, en la población más joven, eliminar esa culpa por no haber podido estar en la carrera contra el tiempo que les imponemos en la niñez desde que acceden a las primeras instancias educativas oficiales y que debe culminar en un título universitario lo más rápido posible; todo esto aunado a una situación laboral que se delimita seriamente al no contar con la educación básica y la educación media superior. Así pues, hablamos no de rezago sino de continuidad educativa en todos los niveles.

Los alumnos participan en el programa un mínimo de seis meses en horario matutino o vespertino en las instalaciones de la DGOAE de lunes a viernes y los sábados, si es necesario. La otra modalidad de atención que se oferta a los alumnos es que puedan atender a una o varias personas en sus entornos familiares, vecinales o laborales, aquí el requisito es que las personas se registren como educandos en la Plaza Comunitaria para que puedan acceder a las evaluaciones cuando se sientan preparados para realizarlas. Con estas actividades se logra llevar la acción comunitaria universitaria a los entornos vecinales y familiares de los propios alumnos.

En la modalidad presencial el programa no tiene un límite de tiempo para que los educandos terminen el nivel que estudian. Por otra parte, la dinámica es diferente en los alumnos del Sistema de Universidad Abierta y Educación a Distancia (SUAyED) que participan desde sus lugares de origen, ya que no existe la posibilidad de constatar un proceso de atención educativa que puede ser mayor al periodo de seis meses y a que no hay las condiciones para que, una vez concluido el tiempo del Servicio Social, otro prestador se haga cargo del educando; por ello se propone un protocolo de investigación de campo dentro del contexto de la educación abierta para jóvenes y adultos de su población, municipio o estado desde la perspectiva de sus estudios universitarios de licenciatura.

Hoy las condiciones sanitarias del país nos han llevado a trabajar a distancia. Lamentamos no poder seguir atendiendo a la población que veníamos asesorando y que no cuenta con las posibilidades tecnológicas de conectividad y comunicación. Sin embargo, nos abrimos a otras posibilidades para continuar ofreciendo un servicio de asesorías educativas a distancia, con lo que se amplió el espectro de los educandos que atendíamos.

Pedimos a los prestadores que elijan a dos educandos, pueden ser más, a los cuales se les darán dos asesorías semanales de dos horas cada una para un total de ocho horas de asesoría a la semana. Se dedicarán doce horas a la preparación de las asesorías para completar las 20 horas de servicio que nos pide la normatividad, en el caso del Servicio Social.

A los prestadores del Servicio Social se les ofrece una reseña del programa, así como un formato de carta descriptiva.

Trabajamos de una forma integral con los educandos, subrayando el entorno universitario con todas las actividades que ahí se desarrollan de manera cotidiana y las instalaciones abiertas al público en general como museos, bibliotecas y hasta las instalaciones deportivas que son de acceso al público en general.

La emergencia sanitaria del 2020 nos impuso la tarea de tener nuevos marcos de trabajo y establecer nuevos paradigmas en las maneras de transmitir conocimientos, enseñarlos y establecer relaciones interpersonales. La variante fundamental ha sido que los alumnos puedan ofrecer asesorías sobre todo de conocimientos, habilidades, competencias y destrezas, así tenemos asesorías muy variadas de temas específicos como idiomas, contabilidad, administración, literatura, historia, para lo que se utilizan principalmente las redes sociales y las plataformas digitales.

En este contexto el Servicio Social universitario se adecua a las circunstancias actuales. Este programa no solo es presencial, sino que para continuar con sus objetivos y abrir la posibilidad para que el alumnado pueda cumplir con él se propone la modalidad de programa de Servicio Social a distancia, en la que se trabajará aun con el regreso a las actividades presenciales.


Conclusiones


La UNAM a través de sus programas multidisciplinarios y comunitarios −recordemos que fue en ella donde surgió el Servicio Social en 1936, es decir hace 84 años− es una institución preocupada por los problemas sociales del país; el programa “Universitarios por la Educación de Jóvenes y Adultos” entra de lleno en esa larga tradición.

El programa cumple uno a uno lo que define el Servicio Social, contribuye a la formación integral del estudiante al sensibilizarlo sobre una problemática nacional de alto impacto como la continuidad educativa en todos sus niveles, al poner en práctica los conocimientos adquiridos a lo largo de sus estudios de licenciatura y, muy importante, al tomar conciencia de que en un futuro inmediato será egresado de la universidad más importante del país, de una universidad pública y que, gracias a las asesorías que da, retribuye a quien se ha visto, por una serie de razones y situaciones, alejado de la continuidad educativa y que desea mejorar sus condiciones básicas de vida a través de la educación.

La experiencia obtenida por el alumnado y los voluntarios que han participado en el programa ha sido vasta y rica en conocimiento de lo más íntimo y sencillo de las aspiraciones de gente que, por varias razones, no han podido iniciar su educación básica o la han visto interrumpida por motivos tales como: la ausencia de escuelas, las necesidades económicas, el machismo, etcétera.

La continuidad educativa de este segmento de la población que abarca más de cuarenta millones de mexicanos es una necesidad apremiante. La cobertura escolar del sistema educativo ha crecido significativamente; sin embargo, la densidad poblacional y el rango de la pobreza han aumentado. Hoy encontramos que el grueso de la población analfabeta en México se ubica en zonas de media a alta marginación, en su mayoría son mujeres y los rangos de edad mayoritarios son arriba de los 60 años. Es una condición de la pobreza.

Es muy cierto que las autoridades y el país entero tenemos una deuda social en este aspecto. Los millones de mexicanas y mexicanos que no han concluido su educación básica no pueden constituirse como una fuerza laboral de avanzada que se refleje en el desarrollo del país en todos sus órdenes. Tenemos como sociedad un problema muy serio. Hoy con la emergencia sanitaria que a todas y todos nos debiera ocupar y preocupar estos rangos de población están aumentado con la deserción escolar.

La UNAM no es ajena ni indiferente a ninguna de las problemáticas del país. La actual, dictada por la emergencia sanitaria, impone nuevos paradigmas para la enseñanza y la difusión de los conocimientos y en este sentido habremos de adaptarnos y buscar nuevas metodologías además del uso las TICS, los cuales serán nuevos caminos y en ellos encontraremos diferentes opciones.

La Plaza Comunitaria de la DGOAE es la única en el país que tiene como sede permanente una universidad. Desearíamos más programas de estas características en más universidades.

Una situación permanente e inamovible es la decisiva participación de las y los universitarios que, como agentes del cambio, participan todos los días en programas de Servicio Social y voluntariado que como diría una connotada representante del Servicio Social de la UNAM: “Es la mejor cara que las universidades dan a la sociedad con la atención a necesidades actuales de nuestras sociedades”.