Autora: Lic. Mariana Alejandra Pérez Franco
Sección: Experiencias
Uno de los momentos más importantes para los estudiantes de licenciatura es el día en que se concluye el cien por ciento de créditos. Hay celebraciones, regalos y felicitaciones; sin embargo, cuando pasa la euforia, nos quedamos ante el siguiente paso: la titulación. El periodo entre la entrega de diplomas y la toma de protesta se vuelve incierto, ya que existe la necesidad de cumplir con varios requisitos administrativos. Uno de ellos es el Servicio Social, la parte del proceso que la mayoría de los estudiantes no ven en su verdadera dimensión. Y es que, más allá de un mero trámite, es una oportunidad de comenzar la práctica de nuestra profesión o, como ilustraré en estas líneas, de tener una contundente experiencia internacional de calidad.
Corría el verano de 2019 cuando me acercaba al final de la licenciatura en Enseñanza de Español como Lengua Extranjera LICEL, (español) en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán en la modalidad abierta. En ese momento vivía en Querétaro, era mamá de un niño de dos años y tenía un empleo de tiempo completo en una institución sin ninguna vinculación con la UNAM o con posibilidades de establecer una relación para el cumplimiento de mi Servicio Social. En consecuencia, la incertidumbre estaba presente. ¿Era posible encontrar una opción de Servicio Social tan flexible como para compaginar mis responsabilidades profesionales y personales?
Para mí, en ese momento, las mayores posibilidades para cumplir con ese requisito estaban en la Ciudad de México, en la modalidad presencial y sin remuneración económica suficiente. Y aunque la jefatura del programa de licenciatura era sensible a mis características como estudiante en la modalidad a distancia y me brindaron opciones, no fue sino hasta que terminé mi colaboración en el programa de «Apoyo al área de español» en la sede de la UNAM en Los Ángeles, que comprendí que el Servicio Social debe ser una experiencia significativa que proyecte a los egresados a la vida profesional.
El Servicio Social en el SUAyED
Antes de continuar, es útil mencionar algunos datos sobre el Sistema Universidad Abierta y Educación a Distancia (SUAyED). En los últimos diez años ha sido la modalidad de mayor crecimiento de la UNAM. Pasó de tener 26 mil estudiantes en el ciclo escolar 2013-2014, a 44 mil para el de 2023-2024. Esto representa el 11% del total de la población inscrita en la Máxima Casa de Estudios en el nivel licenciatura (Universidad Nacional Autónoma de México, 2024)1. Su valor radica en que miles de personas, que por sus circunstancias particulares no tendrían acceso a la educación superior, pueden egresar de una licenciatura a través de esta opción. Indudablemente, es una excelente forma de combatir la exclusión y el rezago educativo en México.
No obstante, existe un doble estigma que acompaña al SUAyED. Como explican algunos autores, el primero es que «se termina por caracterizar al SUA como un sistema compensatorio, con un perfil y calidad distinto al regular» (Agüero, Benavides, & Sánchez-Mendiola, 2022). De este modo, se construyen prejuicios respecto a la calidad de formación de los estudiantes, considerados de segunda categoría.
Estos prejuicios pueden acentuarse cuando llega el momento de la titulación, ya que se deben completar los requisitos diseñados para los estudiantes de la modalidad escolarizada, haciendo doblemente complicado el proceso para quienes viven un contexto donde no es tan fácil recibir un salario como prestador de Servicio Social, renunciar a su empleo o separarse de sus responsabilidades personales. Yo misma me sentí en desventaja por no pertenecer al sistema escolarizado. Creí que sería imposible compaginar mis circunstancias personales con el cumplimiento de los trámites administrativos. Como dato anecdótico, puedo decir que varios compañeros compartían mi sentir.
En esta etapa, el reto para el alumnado del SUAyED es encontrar un esquema compatible con su contexto personal. Algunos son padres y madres de familia, otros trabajan en empresas incompatibles con el Servicio Social y otros más se ubican en lugares cuyas instituciones no están vinculadas con la UNAM.
Este escenario exige la existencia de programas de Servicio Social y prácticas profesionales específicos para los miembros de la comunidad del SUAyED, pues en caso de que los egresados no encuentren una opción lo suficientemente flexible, el tiempo de titulación puede extenderse más de lo esperado o, incluso, truncarse de manera definitiva.
Apoyo al área de español en la UNAM Los Ángeles
Así, aunque no sabía exactamente cómo culminaría mi prestación de Servicio Social, no dudé en postularme. Estaba segura de que sería lo más rápido para cubrir el requisito. En ese momento mi objetivo era meramente administrativo. Para entonces había adquirido experiencia en el trabajo remoto y estaba familiarizada con herramientas digitales como los espacios virtuales, las videoconferencias y el trabajo colaborativo en la nube. Además, había desarrollado habilidades de autogestión del tiempo, autoestudio e investigación. Y es que parte del perfil de un estudiante a distancia es «manifestar voluntad y responsabilidad para aprender a aprender, revisar sus hábitos de estudio, desarrollar habilidades para vincular los conocimientos adquiridos con la práctica, manifestar una actitud responsable y tener iniciativa para comunicarse de manera adecuada. Asimismo, es necesario mantener una actitud abierta para incorporar el uso de las tecnologías necesarias a las situaciones de aprendizaje y ser creativo y crítico ante diferentes situaciones» (SUAyED FES Acatlán, 2022). Consecuentemente, no me fue difícil llevar a cabo las actividades contempladas en el programa del Departamento de Español de la UNAM Los Ángeles:
Análisis crítico de programas y actividades de español L2.
Búsqueda, selección y recopilación de recursos ya existentes.
Creación de materiales didácticos.
Organización y gestión de recursos en línea.
La organización del trabajo era a través de reuniones virtuales donde el encargado del programa, el maestro Fernando Pérez Rodríguez, nos explicaba las actividades por realizar y establecía fechas de entrega. Cada prestadora de Servicio Social avanzaba a su propio ritmo y en los tiempos que cada una decidía. En caso de tener preguntas, siempre se tuvo una comunicación abierta y clara con el coordinador.
Tras realizar estas actividades de organización del trabajo y la comunicación con el equipo, fui consciente de que las habilidades expresadas en el perfil del estudiante del SUAyED, declaradas en su sitio web y en documentos oficiales (SUAyED FES Acatlán, 2022), ya eran parte de mi perfil profesional.
Algunas consistieron en agendar reuniones virtuales, vincularlas a mi calendario de correo electrónico, adjuntar documentos específicos, compartir vínculos útiles, etcétera. Aunque hacerme consciente de estas capacidades fue revelador, el mayor descubrimiento fue la posibilidad de aplicar los conocimientos adquiridos en la licenciatura directamente a la práctica y, con ese sustento académico, adaptar los materiales asignados, según sus usuarios finales: los aprendices de español de la UNAM Los Ángeles.
El plan de estudios de la LICEL tiene asignaturas muy significativas. Algunas son muy teóricas, mientras que otras son más prácticas (Facultad de Estudios Superiores Acatlán, 2024). Sin embargo, estudiarlas de forma aislada no permite valorar la práctica profesional de manera íntegra.
Otra de las virtudes de este programa de Servicio Social es precisamente la oportunidad de conjuntar todos los saberes en la actividad profesional y complementar y consolidar lo estudiado. Por ejemplo, en las asignaturas Diseño de cursos y programas, Enseñanza de los aspectos de la lengua, Diseño de materiales y Evaluación del aprendizaje de lenguas se estudian, a nivel teórico, los diferentes enfoques pedagógicos y lingüísticos para elaborar materiales. En cada una hay actividades y tareas encaminadas a la práctica, pero en ningún caso llegan a su usuario final.
Durante mi prestación del Servicio Social pude analizar materiales de manera crítica desde las perspectivas teóricas estudiadas. Además, adapté materiales impresos a entornos virtuales (específicamente, la plataforma Schoology). Dicha adaptación no se trató solamente de seguir las instrucciones del coordinador, sino de proponer, desde la crítica previa, nuevas maneras de presentar los ejercicios para el aprendizaje y práctica de habilidades lingüísticas −como describir un lugar o realizar una transacción de compraventa en la lengua meta− o de contenido gramatical tradicionalmente problemático para aprendices del español cuya lengua materna es el inglés −contraste de pasados, por y para, ser y estar, entre otros−.
Algo igualmente importante de esta experiencia es el hecho de que, a pesar de la obvia distancia geográfica entre las prestadoras de Servicio Social y la oficina, hubo mucha cercanía entre el equipo en Los Ángeles y las estudiantes que participamos; es decir, se lograron establecer vínculos profesionales que han persistido a través del tiempo.
Al finalizar el programa, en enero de 2020, me había convertido en una profesional más preparada y continué en el campo laboral con mayor confianza. La experiencia de adaptar y crear materiales siguió siendo parte de mis actividades cotidianas. Años después, durante la pandemia de COVID-19, transferí exitosamente lo aprendido en mi tiempo de colaboración con la UNAM Los Ángeles y participé en la creación de un currículo de español como lengua extranjera en Peace Corps Mexico y en la elaboración de materiales para ser utilizados en entornos virtuales en Livelingua.
Además, la experiencia internacional que gané, sin salir de México, fue un impulso para los retos profesionales que me ha tocado enfrentar. Actualmente trabajo como maestra bilingüe en una escuela primaria en Estados Unidos y acabo de ingresar a la maestría en Lingüística Aplicada, en la Universidad de Massachussets (Boston). En ambos casos, la comunicación que sigo manteniendo con mi entonces coordinador fue decisiva. Por supuesto, aquellos estigmas que me acompañaban por ser parte de la modalidad abierta y que me daban inseguridad en el ejercicio de mi profesión, se esfumaron.
Si bien el Servicio Social es un requisito administrativo en el sinuoso camino de la titulación, debe ser entendido como una experiencia profesional valiosa donde es posible conocer nuestras áreas de oportunidad −en mi caso− como docentes de español, desarrollar habilidades de trabajo en equipo en entornos virtuales y establecer objetivos comunes que se reflejarán en la vida real.
Consideraciones finales
El SUAyED brinda la oportunidad de participar de la vida universitaria y formarse profesionalmente en circunstancias incompatibles con el sistema escolarizado. En esta modalidad, los estudiantes necesitan desarrollar autodisciplina y habilidades autodidactas y de autogestión. Si bien los programas de estudio y las tecnologías de la información han hecho crecer cada vez más la educación a distancia, aún falta mucho por trabajar en cuanto a los requisitos administrativos para la titulación, pues están pensados originalmente para el sistema escolarizado. En este sentido, programas como el ofrecido por la UNAM Los Ángeles son ideales: brindan experiencia profesional significativa y de alta calidad con la flexibilidad que exige el contexto de los estudiantes de la modalidad abierta y a distancia.
1 Aunque al momento de elaborar este texto se presentaba el dato de 2024 como preliminar, se considera valioso para ilustrar el impacto y crecimiento de esta modalidad en los últimos 10 años.